Pocas series de anime logran capturar con tanta fuerza la esencia del amor imposible, la aventura y la fantasía como Inuyasha. Creada por Rumiko Takahashi, esta obra se convirtió en un clásico atemporal que sigue conquistando corazones a más de dos décadas de su estreno.

La historia comienza con Kagome Higurashi, una estudiante moderna que, tras caer en un antiguo pozo en el santuario de su familia, es transportada al Japón feudal. Allí conoce a Inuyasha, un híbrido mitad demonio, mitad humano, sellado por una flecha mágica. Juntos emprenden un viaje para recuperar los fragmentos de la Joya de las Cuatro Almas, una poderosa reliquia que puede conceder cualquier deseo.

Pero más allá de la acción y los demonios, Inuyasha es una historia profundamente emocional. El vínculo entre Inuyasha y Kagome se construye sobre las heridas del pasado, los celos, la redención y un amor que, literalmente, rompe las barreras del tiempo.

El anime combina mitología japonesa, batallas épicas y momentos cómicos, logrando un equilibrio perfecto entre emoción y entretenimiento. Personajes como Sesshomaru, Kikyo, Sango o Miroku aportan profundidad y complejidad a una narrativa que explora temas como la identidad, la pérdida y el destino.

Estrenado en el año 2000 y con una secuela directa, Yashahime: Princess Half-Demon, Inuyasha sigue siendo una de las historias más queridas del anime. Su mezcla de romance, acción y misticismo lo consolidó como un referente de los años 2000, una era dorada para el género.

En tiempos donde los animes cambian con rapidez, Inuyasha sigue recordándonos que el amor verdadero no conoce tiempo ni fronteras.

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