El pan francés no es solo un pan, es una insignia de la Comarca Lagunera. Su sabor inconfundible y su corteza crujiente han acompañado a generaciones, convirtiéndose en el compañero perfecto para el menudo, los lonches o un simple café por la tarde.

Pero, ¿qué tanto sabes realmente de este ícono gastronómico? Aunque lo consumes casi a diario, su historia y sus peculiaridades guardan secretos que pocos conocen. Desde su origen en la época de la Revolución hasta su importancia en la economía local, el pan francés tiene una narrativa más rica de lo que imaginas.

Lo que Nadie te ha Contado del Pan Francés

No es de Francia, es de La Laguna. A pesar de su nombre, el pan francés lagunero no tiene origen en el país galo. Su nombre se debe a que la receta original buscaba emular la textura y el sabor del baguette francés. Sin embargo, con el tiempo se adaptó a los ingredientes y al clima de la región, convirtiéndose en un producto completamente local. Su verdadero creador fue el panadero neoleonés Don Macario Fuentes Cantú, quien lo popularizó en San Pedro de las Colonias durante la Revolución Mexicana.

El “mouffle”, su nombre olvidado.

Antes de ser bautizado como “pan francés”, una versión anterior y rústica de esta pieza de pan era conocida en la región como “mouffle”. Este nombre, poco conocido hoy en día, forma parte de la historia oral de las panaderías laguneras, una muestra de la evolución que ha tenido el pan hasta convertirse en el tesoro que es hoy.

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Un tesoro declarado patrimonio cultural.

Para honrar su legado, el pan francés fue declarado Patrimonio Turístico, Gastronómico y Cultural de Torreón. Este reconocimiento no solo busca proteger la receta y su historia, sino también fomentar su consumo y destacar su valor en la identidad local. Por ello, el 16 de octubre se celebra el Día del Pan Francés en Torreón.

Más de 200,000 piezas al día.

Su consumo es masivo. Se estima que las panaderías de la Comarca Lagunera producen alrededor de 200,000 piezas de pan francés cada día. Este dato no solo habla de la enorme demanda, sino que también resalta el impacto económico que tiene en cientos de familias que dependen de la panadería local.

El dilema que divide a la región: ¿Torreón o Gómez Palacio?

Una de las discusiones más famosas entre los laguneros es decidir qué ciudad hace el mejor pan francés. Aunque la receta es la misma en esencia, los defensores de cada lado aseguran que la mano del panadero, el tipo de horno e incluso el agua de cada ciudad le dan un toque único que lo hace superior. Esta sana rivalidad ha mantenido la tradición viva y es un tema recurrente en cualquier reunión lagunera.

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