En la historia del cine hay películas que trascienden por su impacto artístico, otras por su éxito comercial y algunas por su capacidad de generar controversia. Dentro de este último grupo, pocas obras son tan extremas como Saló o los 120 días de Sodoma (1975), la última cinta dirigida por el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, y la que, de manera trágica, estuvo vinculada a su muerte.

Inspirada en la novela del Marqués de Sade, Saló traslada la historia al periodo de la República de Saló, un régimen fascista instaurado en Italia durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. La trama muestra a un grupo de jóvenes secuestrados y sometidos a humillaciones, violencia física y psicológica por parte de figuras de poder.

Pasolini no buscaba solo impactar con imágenes fuertes: su intención era denunciar la deshumanización, la corrupción del poder y la violencia institucionalizada. Sin embargo, su crudeza llevó a que la película fuera censurada en varios países, además de ser catalogada como una de las producciones más perturbadoras en la historia del séptimo arte.

¿Cómo fue la muerte de Pier Paolo Pasolini?

El 2 de noviembre de 1975, apenas días después del estreno de Saló, Pasolini fue brutalmente asesinado en Ostia, Italia. Su cuerpo apareció con múltiples heridas y señales de violencia. Aunque un joven fue declarado culpable, las circunstancias del crimen siguen siendo objeto de teorías: algunos sostienen que fue un crimen político, otros que estuvo relacionado con el impacto de su obra y las incomodidades que generaba en ciertos sectores.

A pesar de su crudeza, la película se ha convertido en un referente para críticos, historiadores del cine y académicos. Se le reconoce no como un producto de explotación, sino como un manifiesto contra la opresión y el autoritarismo.

Hoy, Saló o los 120 días de Sodoma es recordada como una obra maldita: una película que llevó el cine a sus límites más incómodos y que quedó marcada por la tragedia de su director.

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