El 2 de noviembre, los panteones de Torreón se llenaron de color, aromas y emociones, cuando familias laguneras acudieron desde temprano a recordar y honrar a sus seres queridos que ya no están físicamente, pero permanecen vivos en la memoria.

Con flores, escobas y cubetas en mano, hombres, mujeres y niños arribaron a los camposantos para limpiar y adornar las tumbas, una costumbre que se mantiene firme generación tras generación.

“Es el día tradicional, para recordar a nuestros seres fallecidos”, compartió uno de los visitantes mientras colocaba coronas y veladoras en la lápida de un familiar.

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A lo largo del día, los cementerios se convirtieron en un espacio de convivencia y reflexión, donde la nostalgia se mezcló con el cariño. Entre rezos, cantos y música de mariachi, las familias pasaron horas junto a las tumbas, compartiendo recuerdos y alimentos, como si el tiempo se detuviera para reencontrarse con quienes partieron.

“Siempre están vivos, están presentes y qué bonito, o sea, venir y darse aquí su tiempo y estar aquí con ellos”, expresó Susana, una de las asistentes que cada año acude con su familia a rendir homenaje a sus difuntos.

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