El 25 de noviembre (25N) se ha consolidado como la fecha más trascendental en la agenda global de los derechos humanos. Conocido oficialmente como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, esta jornada trasciende la simple conmemoración; es un acto de memoria histórica, denuncia colectiva y resistencia feminista. Su origen se remonta a un crimen de Estado en el Caribe hace más de 60 años, un evento que marcó el inicio del fin para una dictadura y encendió la mecha de un movimiento mundial que hoy exige justicia y seguridad.

El origen del 25N: El asesinato de “Las Mariposas”

La historia detrás de esta fecha nos lleva a la República Dominicana de 1960, bajo el yugo del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En este contexto de represión, tres mujeres se convirtieron en símbolos de la resistencia: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas en la clandestinidad como “Las Mariposas”.

El activismo político de las hermanas y su firme oposición al régimen las colocó en la mira del dictador. La tragedia se consumó el 25 de noviembre de 1960. Tras visitar a sus esposos, quienes eran presos políticos, las hermanas fueron interceptadas por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Bajo órdenes directas del poder, fueron llevadas a un lugar remoto donde sufrieron tortura, violencia sexual y fueron brutalmente asesinadas. En un intento por ocultar el feminicidio político, los agentes simularon un accidente automovilístico, arrojando el vehículo y los cuerpos por un barranco. Lejos de silenciarlas, el crimen despertó la indignación popular que aceleró la caída de Trujillo.

De la tragedia a la conmemoración mundial por la ONU

El legado de las hermanas Mirabal cruzó fronteras. En 1981, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá, activistas propusieron esta fecha para honrar su memoria y denunciar la violencia machista en la región.

Sin embargo, el reconocimiento global llegó hasta 1999, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) oficializó el 25 de noviembre como el día para visibilizar y erradicar este flagelo, instando a gobiernos y organismos internacionales a tomar cartas en el asunto.

¿Por qué marchan las mujeres? Las demandas actuales

Cada 25N, las calles se llenan de manifestantes porque, pese a las leyes existentes, la violencia de género persiste como una crisis humanitaria. Las demandas centrales incluyen:

Alto a la impunidad y los feminicidios: Se exige justicia para las víctimas y castigo para los agresores en sistemas judiciales que frecuentemente carecen de perspectiva de género.

Visibilización de la violencia cotidiana: Desde el acoso callejero hasta la violencia doméstica (física, psicológica y económica).

Espacios seguros: El fin de la normalización de agresiones en entornos laborales, digitales y educativos.

La crisis de violencia de género en México: Realidad y cifras

En México, el 25N cobra una relevancia dolorosa ante un panorama donde la autoridad federal es percibida por muchas víctimas como ausente o indiferente. Las estadísticas oficiales señalan que 7 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, pero detrás de los números hay historias de desamparo institucional:

Crisis en salud y pobreza: Casos como el de Elvia, cuya hija de un año falleció por falta de atención médica y recursos, o Ángeles, quien enfrenta cáncer de mama sin el apoyo de fundaciones como Fucam tras los recortes gubernamentales.

Negligencia médica: Mujeres como Yadira, quien sufrió la amputación de una pierna por una infección mal atendida tras un accidente doméstico.

Feminicidios e impunidad: Madres como Teresa Calvo, quien desde 2020 cuida a su nieta tras el feminicidio de su hija, o sobrevivientes como Stephany, quien fue quemada con gasolina por su pareja, un agresor que continúa libre debido a las fallas en la procuración de justicia.

El reclamo actual también señala el desmantelamiento de redes de apoyo. A finales de 2025, la Red Nacional de Refugios opera en números rojos por la falta de presupuesto federal, dejando vulnerables a miles de mujeres que huyen de sus agresores. Mientras las cifras oficiales se cuestionan, la realidad en los Ministerios Públicos sigue siendo de revictimización y falta de empatía.