Así, entre la indiferencia y el desprecio, la presidenta de México ignoró las demandas que este fin de semana se escucharon en todo el territorio nacional y en distintos puntos del mundo. En lugar de reconocer a quienes buscaron ser escuchados, la mandataria optó por minimizar un movimiento que es auténtico y profundo.
¿Regresando a Díaz Ordaz? Autoridad y censura en el presente








