En teoría, la policía preventiva municipal es la fuerza de seguridad más cercana al ciudadano. Es quien debería patrullar las colonias, prevenir delitos, responder ante emergencias y generar confianza en el entorno inmediato. Pero en Coahuila, esta figura ha perdido legitimidad ante los ojos de la población.
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Según los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del primer trimestre de 2025, que más de la mitad es decir el 51.9% de los ciudadanos coahuilenses desconfía de la corporación encargada de su seguridad más básica.
En los diferentes municipios que conforman a Coahuila, esta desconfianza se traduce en hechos cotidianos: ciudadanos que no denuncian por miedo o desconfianza, colonias que se organizan por su cuenta, y víctimas que prefieren callar antes que acudir a una patrulla. La autoridad más cercana es, paradójicamente, la más alejada de la ciudadanía.
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Mientras tanto, el gobierno se limita a pintar patrullas, tomarse la foto con nuevos reclutas o presumir rondines esporádicos. Pero no hay estrategia seria de profesionalización, rendición de cuentas ni construcción de confianza, al menos no que se reflejen en estas cifras.
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