Cuando Rage Against the Machine lanzó “Killing in the Name” en 1992, no solo estaban estrenando un sencillo: estaban encendiendo una mecha. La canción, incluida en su álbum debut homónimo, se convirtió en uno de los himnos más potentes del rock de protesta, un grito visceral contra la autoridad, la brutalidad policial y el racismo institucional.

El tema fue escrito tras la muerte de Rodney King y los disturbios de Los Ángeles de 1992, cuando la brutal golpiza de un grupo de policías blancos contra un hombre afroamericano encendió la indignación en todo Estados Unidos.

Inspirados por esos hechos, Tom Morello (guitarrista) compuso el riff principal, uno de los más reconocibles en la historia del rock, mientras Zack de la Rocha canalizó su furia en una letra simple pero explosiva: “Some of those that work forces are the same that burn crosses” (“Algunos de los que hacen cumplir la ley son los mismos que queman cruces”).

La canción es una descarga pura de energía y resistencia, donde el icónico final “F** you, I won’t do what you tell me!*” se repite como un mantra de desobediencia. Más que una melodía, Killing in the Name es un manifiesto.

Con el tiempo, este tema se convirtió en un símbolo de rebelión juvenil y conciencia social, usado en protestas, manifestaciones y movimientos antiautoritarios en todo el mundo.

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Incluso en 2009, casi dos décadas después de su lanzamiento, logró volver a los primeros lugares de popularidad en Reino Unido, tras una campaña que buscaba desafiar el dominio de la música comercial en Navidad.

Más de 30 años después, “Killing in the Name” sigue siendo un recordatorio de que la música puede ser arma, voz y revolución al mismo tiempo.

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