La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán (RBTC) en Puebla ha vuelto a sorprender al mundo científico con el hallazgo de una nueva especie de gecko: la Salamanquesa del Valle de Tehuacán-Cuicatlán (Phyllodactylus ngiwa).
Este descubrimiento, confirmado recientemente por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), es el resultado de un exhaustivo estudio iniciado en 2020. Lo que inicialmente se confundió con una especie similar del Balsas, resultó ser, tras análisis moleculares y morfológicos, un reptil único que solo habita en esta región poblana, consolidando a la zona como un santuario de biodiversidad endémica.
¿Cómo se descubrió la Salamanquesa del Valle de Tehuacán-Cuicatlán?
El primer avistamiento ocurrió en 2020 por brigadas de monitoreo en la región Chocho-Mixteca. Las imágenes fueron compartidas en la plataforma iNaturalistMX, lo que despertó el interés de investigadores de la UNAM y la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Tras años de estudios taxonómicos y climáticos, los científicos publicaron sus resultados en la prestigiosa revista Zootaxa, describiendo formalmente a Phyllodactylus ngiwa como una especie distinta de cualquier otro gecko conocido, separándola de su pariente más cercano, la salamanquesa del alto Balsas.
¿Qué medidas de protección tiene esta nueva especie endémica?
Al ser una especie endémica (que solo vive en ese lugar), su conservación es prioritaria. Fernando Reyes Flores, titular de la RBTC, anunció que se han intensificado las 42 brigadas de Vigilancia y Monitoreo Biológico Comunitario.
Estas brigadas trabajan en conjunto con autoridades agrarias y la Profepa para evitar el tráfico ilegal de especies y proteger el hábitat crítico donde se desarrolla este gecko. La protección de este territorio es vital, ya que la salamanquesa del Valle de Tehuacán es un indicador clave de la salud del ecosistema semiárido de la región.
¿Cuál es la importancia científica del hallazgo de Phyllodactylus ngiwa?
El descubrimiento de la Salamanquesa del Valle subraya la importancia de las Áreas Naturales Protegidas en México. Según los investigadores responsables —Tonatiuh Ramírez, Daniel Durán, Ricardo Palacios y Oscar Flores—, este hallazgo demuestra que aún existen lagunas en el conocimiento de la fauna nacional.
La identificación de nuevas especies permite un manejo ambiental más preciso y atrae atención internacional hacia la Biosfera de Tehuacán-Cuicatlán, que ya es considerada Patrimonio de la Humanidad, reforzando la necesidad de financiamiento para la investigación y preservación de la biodiversidad mexicana.
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