Astrónomos identificaron un objeto espacial que ha permanecido cerca de la Tierra por varias décadas, siguiendo un comportamiento similar al de la Luna. Se trata de 2025 PN7, un asteroide que recientemente fue reconocido como una “cuasi luna” debido a la forma en que acompaña al planeta mientras ambos orbitan alrededor del Sol.
El descubrimiento sorprendió al público, aunque algunos especialistas ya intuían su presencia. Para el astrónomo Ben Sharkey, de la Universidad de Maryland, no se trató de un hallazgo inesperado.
“Genial, otro más”, fue lo primero que pensó al conocer la noticia, pues se sabe que existen cientos de rocas espaciales que permanecen temporalmente atrapadas en una dinámica cercana a la de la Tierra.
¿Qué es y cómo se comporta 2025 PN7?
De acuerdo con la astrónoma Jenifer Millard, de Fifth Star Labs en Gales, las cuasi lunas son cuerpos que no orbitan directamente a un planeta como lo hace una luna natural, sino que permanecen en su vecindad debido a interacciones gravitacionales.
“Las cuasi lunas son interesantes porque en realidad no orbitan a nuestros planetas como la Luna orbita la Tierra, simplemente están cerca de nosotros”, explicó.
Con un tamaño similar al de un pequeño edificio de oficinas, 2025 PN7 no representa un peligro. Según los cálculos de Millard, este objeto lleva aproximadamente 60 años acompañando a la Tierra, y podría mantenerse en esta región del espacio otros 60 años más antes de alejarse definitivamente.
¿Cómo fue descubierta?
La detección de la nueva cuasi luna fue realizada por el observatorio Pan-STARRS, operado por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái. Esta instalación cuenta con telescopios especializados en rastrear objetos cercanos a la Tierra, como cometas y asteroides, lo que permitió identificar a 2025 PN7 entre el fondo estelar.
¿Qué son las cuasi lunas?
El término se utiliza para describir asteroides que, desde nuestra perspectiva, parecen orbitar la Tierra como mini lunas. Sin embargo, al estudiarlos a detalle, se confirma que en realidad orbitan al Sol, siguiendo trayectorias sincronizadas con la de nuestro planeta. Esa interacción gravitacional hace que parezcan “compañeros” temporales de la Tierra.
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