Durante la última era de hielo, hace más de 10,000 años, enormes depredadores dominaban los paisajes del continente americano. Entre ellos destacaba Panthera atrox, conocido como el “león americano”, una de las criaturas más impresionantes y temibles que alguna vez habitaron lo que hoy es México y gran parte de Norteamérica.
El león más grande que existió
A diferencia de los leones africanos actuales, Panthera atrox podía alcanzar los 3.6 metros de longitud y más de 400 kilos de peso, lo que lo convierte en uno de los felinos más grandes de la historia. Sus restos fósiles se han encontrado en Estados Unidos, Canadá y varias regiones del norte de México, especialmente en cuevas y depósitos naturales que conservan vestigios de la megafauna del Pleistoceno.
¿Realmente vivió en México?
Sí. En territorio mexicano se han hallado fósiles en estados como Chihuahua, Sonora y Coahuila, zonas que en la antigüedad eran extensas praderas y llanuras llenas de bisontes, caballos prehistóricos y mamuts: el alimento perfecto para un cazador de su tamaño.
Los estudios del Instituto de Geología de la UNAM indican que este felino pudo haber sido un pariente directo del león moderno (Panthera leo), aunque más grande y robusto. Su pelaje, según las reconstrucciones científicas, habría sido espeso y dorado, ideal para camuflarse en los pastizales fríos de la época.
Un cazador sin igual
Panthera atrox era un depredador solitario o en pequeños grupos familiares. Se cree que acechaba a sus presas con sigilo y que poseía una potencia mandibular superior a la del león actual, capaz de romper huesos con facilidad. Su reinado terminó con el cambio climático y la desaparición de las grandes presas tras la última glaciación.
El legado del león americano
Aunque se extinguió hace miles de años, Panthera atrox sigue despertando fascinación entre paleontólogos y amantes de la historia natural. Sus fósiles han ayudado a comprender la evolución de los grandes felinos y cómo el clima influyó en la megafauna del continente.
Hoy, este gigante prehistórico forma parte del patrimonio fósil mexicano y norteamericano, recordándonos que alguna vez los leones también rugieron en tierras mexicanas.
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