Micah Parsons, uno de los mejores defensores de la NFL en la actualidad, ha sido oficialmente traspasado de los Dallas Cowboys a los Green Bay Packers.
Aunque la noticia sacudió al mundo del fútbol americano, lo que realmente ha encendido el debate es ¿quién tiene la culpa? ¿Fue una decisión inevitable por parte de Dallas? ¿Una jugada agresiva de Parsons? ¿O simplemente otro capítulo en la historia de control y egos dentro de la organización comandada por Jerry Jones?
El caso Parsons con Cowboys; cifras, contratos y decepciones
Parsons firmó con los Packers un contrato de 4 años por 188 millones de dólares, con hasta 136 millones garantizados, lo que lo convierte en el jugador no quarterback mejor pagado en la historia de la NFL. Los Cowboys, por su parte, habrían considerado una extensión de 5 años y cerca de 200 millones, pero nunca formalizaron una oferta concreta.
El punto de quiebre fue la decisión de Jerry Jones de excluir al agente de Parsons de las negociaciones, algo que el jugador calificó como una falta de respeto: “Nunca pedí más que justicia. Solo pedí que la persona en quien confío para negociar mi contrato formara parte del proceso”.
Este manejo provocó una ruptura irreversible. Parsons no solo se sintió ignorado, sino traicionado por un equipo al que le dio todo desde su llegada en 2021.
¿Jerry Jones, genio, tirano o ambas?
Para entender este conflicto hay que mirar más allá de Parsons y observar la figura omnipresente de Jerry Jones, dueño, gerente general y cara visible de los Cowboys desde 1989. Bajo su mando, Dallas se convirtió en una marca global… pero también en una franquicia que no ha jugado un Super Bowl desde 1995.
Jones es famoso por:
- Tomar decisiones unilateralmente
- Negociar personalmente con jugadores estrella
- Ignorar las recomendaciones de sus entrenadores o scouts
- Anteponer el negocio al vestidor
Casos como el de Jimmy Johnson, Dez Bryant, Ezekiel Elliott, y ahora Micah Parsons, reflejan un patrón de relaciones deterioradas por el manejo autoritario de la franquicia.
¿Qué significa esto para el futuro de los Cowboys?
La salida de Parsons no es solo la pérdida de un talento generacional. Es un síntoma de un problema estructural más grande: una cultura de control absoluto que ahuyenta a jugadores, limita a los entrenadores y crea tensiones innecesarias.
Con una defensa debilitada, un quarterback bajo presión y un vestidor desconcertado, los Cowboys se enfrentan a una pregunta clave:
¿Puede una organización construida en torno al ego de su dueño realmente ganar en la NFL moderna?
¿Quién es el verdadero villano?
Micah Parsons no se fue por dinero. Se fue porque no fue escuchado. Se fue porque el respeto profesional no fue mutuo. Se fue porque, en los Cowboys, el verdadero poder no está en el campo… sino en la oficina de Jerry Jones.
Y eso, más que cualquier jugada fallida o contrato no firmado, es el verdadero problema.
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