A ver, a ver, a ver… ¿qué está pasando con algunos mandatarios del Partido Revolucionario Institucional? ¿Tienen claro que son oposición? O lo suyo es sobrevivir poniéndose de tapete frente al poder presidencial.

Porque congruencia, lo que se dice congruencia, no se les da; lo de ellos más bien es la barbería.

No hay congruencia

Mientras en el Senado de la República el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, confrontaba a Gerardo Fernández Noroña y lanzaba calificativos contra los gobiernos de Morena, en el norte del país los gobernadores priístas optaron por otro tono.

En Durango, Esteban Villegas abrió los brazos con entusiasmo a la presidenta:

“Presidenta, bienvenida a su casa. En Durango la queremos, en Durango tiene amigos, en Durango siéntase como con su familia y, a pesar de que a lo mejor no somos del mismo partido, yo me identifico con usted y soy ‘Claudista’, que no se les olvide”.

Por su parte, en Coahuila, Manolo Jiménez prefirió un grito con tono de fiesta:

“¡Que viva Coahuila, que viva México, que viva la presidenta!”.

Buscaban quedar bien con la jefa

Noombre, si eso de andar de queda bien sí se les da. Uno con más adornos que otro, pero el objetivo fue el mismo: quedar bien con la jefa.

Y entonces, va de nuevo la pregunta: ¿el PRI existe o ya no? Porque con ese tipo de declaraciones pareciera que los mandatarios estatales se entregaron sin reparo al partido en el poder. Vaya, a uno poco le faltó para llamarla su mesías.

Que no se le haga extraño si en un futuro alguno de ellos aparece con un huesito, una embajada o un cargo de confianza, porque en la política mexicana andar de barbero sí suele dar resultados.

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